miércoles, junio 09, 2010

Cómic

Juan solo tiene un diente en la encía superior, un diente como una bandera de marfil y cuando abre la boca se la ve muy vacía. Juan es calvo, delgado y siempre lleva vaqueros baratos, una sudadera y una mochila, de esas que sirven para llevar un portátil, a la espalda. Dudo de que sepa utilizar un ordenador, de que le haya interesado alguna vez usar un ordenador. La mochila le resulta útil para llevar los cómics. Será por la forma rectangular. Así puede transportarlos de un sitio a otro sin que se estropeen en las esquinas.
Juan entra en el bar y dice: tengo cosas nuevas, cosas que os van a interesar y muestra varios cómics de los años ochenta que ha encontrado y que, dependiendo de su rareza y de su estado de conservación, etiqueta con un precio u otro. Ninguno vale menos de veinte euros pero es un buen precio. Son cómics de época. Ayer, por ejemplo, me fijé en uno, editado por El Víbora, a finales de los ochenta, una recopilación de viñetas satíricas pornográficas de los años treinta que valía treinta y cinco euros. Ya digo que no me parece un mal precio. Cuando me intereso por él, el hombre nos cuenta que en la época, en Estados Unidos, los buhoneros vendían de pueblo en pueblo todo tipo de cacharros, que sacaban de una caja y que, al lado, tenían otra de la que iban sacando los dibujos. Seguramente será mentira pero la historia es buena y eso es lo que importa. Pierdo un momento el hilo de la conversación mientras imagino al viajante con su carromato, o con su furgoneta de los años treinta, mostrando con disimulo los tebeos a los interesados, preocupado por la llegada del inevitable grupo de señoras escandalizadas, de esas que siempre asisten al sermón del reverendo. Faulkner. Amanece que no es poco. El villorrio. Cuando vuelvo, Juan me está mirando con toda la cara sonriendo, comprimida entre los ojos y la boca, como si se encongiera en una franja muy estrecha. La boca sigue llena de huecos. El diente sigue ahí. Pienso en que Antonio, el caricaturista que también va de bar en bar ofreciendo su trabajo, haría un dibujo fantástico con él. Parece un personaje de sus tebeos.
Juan dice con su voz cazallera:
—Cómprame este de los Freak Brothers, que tú eres muy friki.
—No, dame ese que no lo tengo —contesta un amigo.
—Sí, sí lo tienes. Que lo sé yo y llevo la cuenta de los cómics que te vendo.
—Seguro que lo tiene por ahí en su casa sin abrir, como hace siempre. Eso si no se lo ha dejado en un bar —apostilla otro.
—Que no, que no lo tengo, coño. Si lo sabré yo.
—Que sí lo tienes, que te lo he vendido ya. Joder, hazme caso, que yo me acuerdo de todos los que te vendo.
—Bueno, si tú lo dices... ¿Quieres una cañita?
—Venga, una cañita rápida que tengo que seguir trabajando.
Echo un vistazo a los cómics. Me traen recuerdos. Recopilaciones de CIMOC, de El Víbora, de aquella época en la que había al menos veinte revistas diferentes que publicaban historias gráficas cada quince días. Ay, la de veces que me habré encerrado en el baño con uno de aquellos, pienso. Fast Rewind hasta la habitación de un amigo, mirando tebeos de superhéroes, de misterio. El perfume del invisible. Milo Manara. Ahhh.
Juan se acaba la caña de un par de tragos y cuando le preguntan si va a seguir el mundial de fútbol dice que no, que estará por ahí vendiendo cómics y restaurando en su casa. Le pregunto qué restaura pero no me hace mucho caso porque ya está cogiendo entre los brazos los diez kilos de tebeos que lleva como muestra y que siempre deja en la barra de los bares a los que entra buscando a sus clientes. Creo que Juan podría hacer una lista de los bares que frecuentan sin esfuerzo. Y otra con los cómics que cada uno le ha comprado. Debe de tener una memoria prodigiosa este hombre. Una memoria prodigiosa y un solo diente.
—Nos vemos, chavales.
—Venga, que te vaya bien, Juan. Que vendas mucho.

2 comentarios:

Divina nena dijo...

Guardame uno de esos, me crié leyéndolos a escondidas ;-)

Me ha gustado la escena, incluye sonrisa de medio lado. Un saludo X

La independiente dijo...

Vale, te guardo uno. Aunque yo no suelo ser de los que compran, la verdad...

Un saludo,
X.