lunes, noviembre 23, 2009

Sentado II

Estoy sentado mirando al techo, intentando no pensar en nada, intentando vaciar mi cabeza de ruido de fondo, intentando ser un hombre sentado en una silla y, no sé por qué, he mirado hacia atrás y he visto un páramo extenso, de seis meses más o menos (el espacio y el tiempo son la misma cosa), un páramo en el que no hay demasiada vegetación, salpicado aquí y allá de cactus espinosos que dan una flor bonita una vez al año, con esquirlas que parecen el resultado de una erupción. Me he dicho entonces que esos paisajes quedan muy bien en las fotografías, en las estampas postpoéticas de ciertos autores con fascinación por los deshechos, en los párrafos de escritores que describen los accidentes de tráfico de forma hermosa, con todos esos hierros retorcidos y esos miembros astillados, pero que eso no es suficiente. Más tarde he pensado que, tristemente, parece existir una fuerza centrífuga que empuja las vidas de los demás lejos de mí y que paso demasiadas horas (¿cuántas serán en total?) comprobando de forma absurda el correo electrónico, pulsando una y otra vez "Comprobar correo", como si la redención dependiera de las palabras de alguien, como si la redención fuera posible. Y que algunos días pasan tan lentos y dolorosos que se acumulan a la espalda y van cargando los hombros poco a poco, doblando el espinazo, venciéndome.

3 comentarios:

María dijo...

Soledad. Eso es lo que me hace pensar tu texto. Sentimiento extraño e incómodo que todos atravesamos en determinados momentos de nuestra vida. En el momento más inesperado aparece llenándolo todo de sinsentido.

Un beso.

Xavie dijo...

Pues sí, más o menos, ha ganado usted un gallifante. :-P

Gracias por el comentario y el ánimo.

Un beso,
X.

Fleischman dijo...

Iba a decirte que nos fuéramos de putas, pero sería mi primera vez. Mientras haya dolor, hay esperanza, te lo aseguro. Lo peor es la asepsia absoluta y la apatía. Un abrazo.