Aquel pastor, aquel temible pastor que no dejaba a ningún viajero con vida de los que se atrevían a pasar por el valle, que protegía el paso a Región lo suficiente para que nada socavara los cimientos de aquella vieja sociedad rural, no contaba con la artimaña ideada por el ingeniero japonés.
El pastor escudriñaba el paso en los montes, movía en círculo el cayado y mataba de vez en cuado alguna oveja para tener algo de carne que llevarse a la boca. Nunca prestaba atención a los sonidos que venían del cielo, sabiendo que los modernos autogiros y aeroplanos no eran capaces de aterrizar en aquellas montañas llenas de aristas. Permanecía en cambio atento a los caballos, las carretas, los raros automóviles que se atrevían a enfilar por entre aquellas montañas endiabladas. Aquel era su trabajo.
De ahí que nunca pudiera sospechar que el japonés, volando en un ultraligero, dejara caer desde su aparato pequeñas antenas UMTS autosuficientes, capaces de cargarse de energía utilizando la luz solar y de conectarse a la inmensa red desplegada por su compañía. De hecho, era imposible que lo sospechara porque la telefonía móvil era un invento que aún no había aparecido por la comarca y los vecinos todavía hacían cola en el casino para poder poner una conferencia.
Cuando, tres meses más tarde, un grupo de operaciones especiales de la Guardia Civil lo detuvo, tuvieron que enseñarle las identificaciones varias veces. El pastor no podía creer que aquellos mocetones vestidos de camuflaje, que irrumpieron en sus dominios a lomos de motos todoterreno, pertencieran al mismo cuerpo que el Benito, el guardia a quien había perdonado la vida a cambio de no ser molestado. Pero mucho menos pudo entender que hablaran en voz alta con Dios, llamándole Señor y diciendo: A sus órdenes.
3 comentarios:
Qué guay.
¿Sabes que yo leí "Volverás a Región" hace unos diez años y no entendí nada? Acabé el libro sin tener ni puñetera idea de la relación que había entre los que conversaban. Un horror.
Y, sin embargo, me impresionó.
Un abrazo.
Sí, yo recuerdo sobre todo el ambiente de esa novela. Una cosa ominosa, como si todos estuvieran condenado y aún no lo supieran...
A mí también me gustó, sí.
Por cierto,
¿Te gusta la cabecera nueva del blog?
Abrazote,
X.
Ay, usted perdone, ni me había fijado. Me gusta, sí, y creo que te va bastante.
Y que conste que yo soy de los que creen que te pegaba más el negro; y que además lo leía bien.
Un abrazo.
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