Telón
Cae sobre tres mujeres, dos rubias y una morena, las tres atractivas, las tres encantadoras, las tres con los ojos llorosos y con el agobio, la vergüenza, la ira, la rabia y el miedo formando pequeños cristales en sus estómagos.
Escena 1
Una mujer queda con un hombre que no conoce, sale con él una vez y, aunque se divierte, nota en él algo que no le gusta, un brillo extraño en los ojos, algún detalle más que suficiente para olvidarlo todo, para dejarlo correr, para no intentarlo una segunda vez. El hombre responde llamándola veinte veces al día y enviándole un mensaje en el que la insulta diciéndole puta, diciéndole que se va a morir sola por puta.
Escena 2
Una mujer recibe sorprendida un correo electrónico en el que uno de los colegas con los que lleva tomando café más de siete años, le dice que la espera, le dice que piensa en ella, que siempre la tiene presente. Envía una respuesta en la que pretende deshacer un malentendido que no es tal. Un año después, el hombre continúa enviando correos, continúa diciéndole que se acuerda de ella cuando ve caer la lluvia, continúa con los mensajes al móvil a las nueve de la mañana del domingo, mientras su hija pequeña juega con él en la cama y su mujer reciente hace el café.
Escena 3
Una mujer sale de un cuarto de baño con el miedo en la cara y tal estado de nerviosismo que abandona a toda prisa la fiesta de inauguración en la que lo está pasándolo tan bien. Uno de sus amigos, no muy cercano pero sí conocido y, sobre todo, íntimo de una gran amiga, se ha colado en el cuarto de baño, le ha cerrado la puerta, le ha metido la lengua en la boca y la ha sobado. Al día siguiente, el hombre intenta no recordar nada cuando besa a su mujer, tan vital y encantadora, y revuelve el pelo de su hijo.
Coda
Tal vez solo se trate de que el paso del tiempo nos ofrezca más oportunidades de comprobar que todo el mundo comete una maldad alguna vez en la vida o, mucho peor, de comprobar la verdadera naturaleza de la gente. Tal vez.
Pero quiero dejar algo claro. No todos somos así. Conozco a muchísimos hombres que no son así, que no querrían ser así ni por todo el poder, el sexo o el dinero del mundo.
No significa no. Y no hay que darle más vueltas.
2 comentarios:
Olé.
Y doy fe. No todos somos así.
Ni justificamos eso.
Ni dejaremos de llamarles a esos hijos de puta hijos de puta, con el permiso de sus santas madres.
Pues sí. No todos somos así. Afortunadamente para todos, creo.
Y sí, un hijo de puta siempre es un hijo de puta.
Abrazote,
X.
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