Hoy, el cielo está cubierto, encapotado, vestido con una capa de seda gris. Apenas se ven la ciudad y sus atascos desde aquí. Se ha levantado además un viento frío que ha hecho bajar la temperatura para que la gente pueda ver su aliento y constatar así que está viva.
Es un decir, claro. Yo es que soy bastante reflexivo, la verdad, y se me ocurren esas cosas absurdas. El caso es que hace frío y está a punto de llover y es febrero y la gente no se cansa de decir que menos mal que al fin el invierno parece estar ahí y que el verano va a ser terrible y que este año no ha hecho apenas frío.
A mí no me convence lo que dice la gente. Yo con el invierno me hablo poco porque me parece intratable con esa furia y esos remolinos de nieve girando. Lo ves y te dices, pero cómo se va a poder hablar con alguien así que, a la mínima, se empeña en matar mendigos y en arruinar cosechas.
Pero, bueno, a veces no tenemos más remedio que hablar con vecinos intratables para hacer la convivencia más pacífica así que sí que le he dicho algo. Le he dicho que me haga el favor de perdonarme por esta vez. Que no le hago ningún daño. Que estoy aquí en mi rincón sin molestar a nadie y que esta piedra que está a mi izquierda me protege un poco.
Que no se ensañe con el parque de las afueras en el que a mí, pobre inconsciente, me dio por florecer a mitad del mes de enero.
Y eso que mi madre siempre me insistía en que los almendros debemos esperar a principios de abril.
4 comentarios:
Está muy bien. Sobre todo, para mí, el segundo y tercer párrafos.
Un abrazo, X.
Gracias Porto,
Un abrazo,
PD: A ver si tengo algo de tiempo para pasar por vuestras casas (mi ordenador ha muerto, R.I.P.)
Vaya. Pero no desesperes, sé de buena tinta que los venden, en tiendas especializadas.
Un abrazo.
Qué sorpresa. No me esperaba un cerezo.
Muy bonito.
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