lunes, febrero 05, 2007

Ustedes

Si los husos horarios son realmente arbitrarios porque el planeta no gira sobre sí mismo de hora en hora sino de forma continua, realmente aquí no es exactamente la misma hora que en Burgos. Cada uno de nosotros vive, si extendemos el razonamiento, en una hora ligeramente diferente a la de los demás, porque, aunque la distancia de un metro que nos separa de nuestros semejantes es despreciable respecto al diámetro de la tierra, el tiempo, al igual que el movimiento del planeta, es analógico y se puede dividir hasta el infinito. Así que cada uno de nosotros no comparte, stricto sensu, el tiempo con nadie. Más bien tiene un tiempo en exclusiva para él solo.

Si, por otro lado, pensamos en que el contacto es físicamente imposible, pues lo que nosotros identificamos como contacto, en realidad son estímulos físicos de nuestros nervios cuando los campos eléctricos de los átomos de ambos cuerpos se acercan. Y que, por tanto, lo que nosotros consideramos una caricia, el contacto inmejorable, es una red de campos electromagnéticos entrelazándose.

Pues podemos pensar en que todos estamos muy solos, cada uno en su propia cápsula.

O podemos pensar en el mundo como en un lugar cruzado de trillones de reacciones eléctricas simultáneas. Un mundo de estrellas.

Ustedes deciden.

8 comentarios:

Portarosa dijo...

Llevo años preguntando a los físicos que a mi paso salen en qué consiste el contacto físico; en qué consiste a nivel atómico, quiero decir, si verdaderamente, como tú dices, se puede pensar que no hay nada de eso, sino que se juntan campos de electrones girando y girando.
No me lo dicen nunca, y yo, mientras, pienso que si eso es así no entiendo por qué si te pego fuerte te puedo tirar, y si te empujo con suavidad no, no entiendo en qué consiste hacer fuerza... no entiendo nada, vamos.

¡¿Hay alguien ahí?!



Un abrazo.

La independiente dijo...

Hola Porto,
Me alegra que me haga esa pregunta...

:-D

La verdad es que no lo sé. Habrá que averiguarlo.


Un abrazo,

Anónimo dijo...

hermoso post. he tenido oportunidad ultimamente de conversar con Miguel Acubierre (físico inventor del "warp drive" en Mexico DF., una de las tres formas de viajar a las estrellas, o de intentarlo, al menos, las otras dos son los agujeros de gusano y el conflictivo transporte de la materia). Es fascinante la prespectiva humana (hacia afuera no alcanzamos a ver, pero hacia dentro, tampoco). De alguna forma, tu post me ha recordado esta simple verdad. Tiempo y espacio son lo mismo, y no existe nada más que materia en movimiento. El resto, lo inventamos. Como el color... sabíais que los colores no existen? Lo acaban de descubrir, la proteína del color. Es nuestro cerebro, a partir de la info que recibe de lo ojos el que "interpreta" el color. No es absolutamente maravilloso?. Besos.

Ruth dijo...

Pelín pesimista, pero supongo que tienes razón.
Un placer encontrarte.

La independiente dijo...

Hola anónimo, ¿warp drive?, ¿podrías ampliar la información, por favor?. Completamente de acuerdo con respecto a que todo depende de nuestra percepción pero lo de la proteína del color no lo sabía.

Ruth,
A mí no me parece pesimista el post. Como dice el texto, depende de tí.

Un saludo a ambos y volved por aquí cuando queráis

Xavie

Portarosa dijo...

(Bueno, y tú qué, ¿es que estás en plan vago?, ¿de juerga todo el día? ¡A escribir!)

La independiente dijo...

Estimado señor de Portorosa,

Lamento informarle de que me he encontrado bastante ocupado durante estos días y me ha resultado imposible dedicar un solo momento a esta funesta manía de juntar palabras. Le agradecería mucho más, por tanto, alguna muestra de solidaridad que no un reproche público. Comprenda que esta situación no durará y pronto estaré de vuelta por estos lares (dondequiera que sea eso)

Me despido de usted esperando no haber causado molestia ni resquemor alguno.

Suyo afectísimo,
Xavie

Portarosa dijo...

Mi muy estimado Xavie:

Lejos de mi intención el soliviantarle o causarle ansiedad alguna con mi demanda.

Comprendo que una persona tan versátil e inquieta como usted tenga dificultades para encontrar el tiempo necesario para atender a sus múltiples quehaceres. Me doy cuenta ahora de que debería haberme contenido.

Espero, no obstante, que sepa usted disculpar mi impaciencia, fruto (no lo dude) de mi querencia (¿dependencia, debería decir?) por sus escritos, que día a día hacen las veces de báculo en el que apoyarme para superar los reveses de la vida.

Así pues, tómeselo usted con calma, que nunca es tarde si la dicha es buena.

Su más seguro servidor,
Portorosa