jueves, diciembre 14, 2006

Trauma

El médico me dijo que me vendría bien escribir para superar el trauma. Así que me puse (yo, que nunca había hecho esto antes, que no me creía capaz de escribir frases con sentido) y ya llevo dos meses escribiendo un diario que releo a menudo. No es exactamente un diario, eso también es cierto. Me limito a dejar que las ideas surjan casi al azar de mi cabeza. Y las dejo reposar una semana (nunca menos de una semana) para que al releerlas me sorprendan. O me decepcionen. O me alerten.

Creo que el médico llevaba razón y estoy mejorando. Fantasear con algo que nunca pudiste hacer en la vida real es una manera de conjurarlo, una catarsis en su sentido original, tal y como decía Aristóteles.

Por eso la semana pasada maté a mi profesor de catequesis. Apreté su cuello hasta que dejó de respirar, como si no importara tener doce años y las manos pequeñas y frágiles, como si de repente hubieran crecido, se hubieran endurecido y llenado de callos, las manos rasposas de un hombre habituado al trabajo físico anudándose alrededor del cuello blanco y algo flácido de aquel cabrón melifluo y delicado. Me gustaba apretar y notar como la sangre dejaba de latir bajo mi fuerza, notar como aquel hombre dejaba de debatirse contra lo inevitable y ver sus ojos inyectados de sangre horrorizados por una muerte sin confesión (ya inservible el comodín del arrepentimiento católico) ahora que comprendía que no habría una segunda oportunidad, ahora que comprendía que aquello que nos había hecho no iba a quedar sin castigo.

Dejó de debatirse en cinco minutos. Los mejores cinco minutos de mi vida.

Creo que el médico llevaba razón y estoy mejorando.

11 comentarios:

La independiente dijo...

Ya que alguien me ha dicho que no puede publicar comentarios en mi blog, no me queda más remedio que comentarme a mí mismo (egogamia, según neologismo inventado sobre la marcha) para comprobar si se trata de un problema general o de una persona en concreto.

Lo siento pero alguien capaz de releer sus propios textos una y otra vez puede muy bien comentarlos por sí solo. :-D

Saludos,

Anónimo dijo...

Tenía que probar por mí misma si no admitía comentarios ...

Anónimo dijo...

Parece que sí los admite. Pues entonces: Hola. Me gusta como escribes y me gusta lo que cuentas.

Así de simple y así de tonto el comentario de alguien que sí puede comentar.

Anónimo dijo...

A ver: probando, probando...

Anónimo dijo...

¡Coño, por fin!

Pero he tenido que registrarme como usuario de Google, a pesar de que, obviamente, ya tenía cuenta de Blogger. Y que conste que no me los admitía ni como usuario distinto ni como anónimo. Maldita informática (lo vuestro no tiene mérito, porque sabéis, y seguro que habéis metido vuestros comentarios con un lenguaje súper secreto para informáticos...).

Bueno, pues te decía... te quería decir, desde esta mañana, sólo esto:
¡Joder, chaval!

(Tanto, pa na)

La independiente dijo...

Hola María, hola Porto.
Gracias a los dos. De verdad. Me habeis quitado un peso de encima. Ya sabeis que la vanidad es caprichosa, pensaba que estaba flojeando y no conseguía interesar a nadie. ;)

Un saludo,
Xavie

Anónimo dijo...

Pues he anulado la cuenta de Google, porque no hacía referencia al blog y no me da la gana de que ahora mi perfil esté vacío y sea el de un novato. Y debería (como pone ahí abajo) funcionar con la de Blogger, esto, pero creo que no.

A ver, anfitrión...

Porto.

Ruth dijo...

Gran texto. Encantada de haberte encontrado.

Portarosa dijo...

(Ahora sí. Qué caro te vendes, chico.)

princesadehojalata dijo...

Un beso Xavié. Por aquí seguimos.

La independiente dijo...

Hola a todos,
A Ruth, bienvenida y considera esta tu casa.
A Porto comentarte que, probablemente, los problemas de Blogger se deben a que me pasé a la versión Beta (todavía no sé muy bien por qué, la verdad) y supongo que el software no estará fino del todo.
Y a Princesa, que encantado de tenerte por aquí de nuevo y que me encantan sus collages lisboetas, aunque eso ya lo sabes porque te lo he dejado dicho en tu casa.

Saludos a todos,

Xavie