El dictador paraguayo, Alfredo Stroessner, ha muerto. Fue responsable, entre otros, de la operación Cóndor, la siniestra alianza entre dictaduras latinoamericanas que provocó la muerte de 50.000 personas y la desaparición de otras 30.000, por lo que en Paraguay se ha abierto una nueva sima, que conduce directamente al infierno y que está empedrada de cráneos.
No sé si alegrarse de la muerte de un hijo de puta nazi me convierte en alguien sin corazón. Pero me alegro y me da igual. Un hijo de puta menos en el mundo.
Ahora, señora enlutada, a por los demás. No será por falta de trabajo, no.
3 comentarios:
Hey, yo también me iba a hacer eco de la noticia en el blog, pero me han surgido otros menesteres (al final siempre opto por el lado frívolo de la vida, qué se le va a hacer).
Mira, si te sirve de consuelo, me enteré de la notica mientras estaba cenando y acto seguido encaminé mis pasos hacia la mini cocina, abrí el armario que hace de pseudo bodeguilla y descorché un riquísimo tinto Raimat para celebrarlo.
Pues sí, un hijo puta menos. Gracias a quien sea. Y si esto nos hace malas personas, en fin, que me alegro muchísimo de ser mala malíiiisima de la muerte.
Un beso muy fuerte. Cal.
¿Por qué esos hijos de puta mueren tan viejos?
De acuerdo con ambas.
Por qué morirán tan viejos los dictadores y por qué negar que la muerte de un cabrón nos alegra.
Hala, hasta otra, pinche hijo de la chingada.
Un saludo a las dos,
Xavie
Publicar un comentario