Todos somos humanos. Lo sabemos. A todos, en ocasiones, nos puede el miedo y la vergüenza. Todos hemos sido peores personas de lo que nos gusta recordar y por eso, aún inconscientemente, embellecemos nuestros recuerdos y así podemos evocarnos mejores de lo que fuimos. Todos tenemos flaquezas y hábitos malsanos. Todos somos agua y aceite, buenos y malos, ahora y siempre. Todo el rato.
Y si no, que le pregunten a Günter Grass.
7 comentarios:
Uy, uy, uy qué combatiente estás tú últimamente, ¿no? Pobre Grass. En el fondo me da un poco de pena. No sé, como que ve ya cerquita a la señor de negro y prefiere soltar lastre antes de que ésta le lleve ante el que tiene las llaves del cielo y no le deje entrar (con lo bien que escribe este buen hombre y lo poco nazi que parece, ya ves).
Otro besote muy fuerte. Cal
A mí me pareció bastate bien el editorial de El País de hace un par de días: lo de ser de las SS a aquella edad no me parece demasiado importante, o grave; lo criticable, en mi opinión (y más en alguien como él, que adoptó la postura que adoptó), es habérselo callado tanto tiempo.
Un abrazo.
Antes de ser martillo de herejes habría que limpiar la conciencia, no al revés.
Sí, sí, sin duda.
Hola a todos,
No creo estar combatiente, Cal, y lo que hago en la entrada del blog es parafrasear la famosa advertencia bíblica: Quién esté libre de pecado...
Creo que Grass es sólo humano. Y todos lo somos.
Porto, estoy de acuerdo en que ser de la SS con 17 años y tu país en guerra es comprensible. Pero, coincidiendo con Alicia, Grass se ha erigido durante casi 50 años como la conciencia moral de Alemania, un trabajo fantástico y necesario, que ahora se ve empeñado porque él cometió el pecado que tantas veces reprochó a sus compatriotas: la falta selectiva de memoria.
En fin, cosas veredes...
Un saludo a todos,
Xavie
Que sí, que sí, que estoy de acuerdo.
Ajá. De acuerdo, entonces.
:-D
Un saludo,
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