Ahora que miro por la ventana y veo a los gorriones saltar entre los coches para hacerse con unos granos que llevarse al pico, me pongo a pensar en mi vida y no le encuentro una directriz clara.
Tengo que reconocer, aunque sea sólo ante mí mismo, que siempre me he dejado llevar en las decisiones importantes. Estudié lo que estudié porque antes lo había hecho mi hermano, emigré de mi ciudad y de mi país porque los amigos que por entonces tenía lo habían hecho, busqué trabajos mejor pagados porque era lo que hacía todo el mundo. Encontré una chica y me casé después de un tiempo porque era lo que se suponía que tenía que hacer. Siempre me he dejado ir, me he dejado arrastrar sin tener el suficiente coraje para hacer lo que realmente quería.
Pero, cuando el tiempo pasa, comprendes que nadie puede tomar decisiones por ti, que uno es responsable de la vida que lleva y que no vale escudarse en nada. Ese que te mira desde el espejo eres tú y no un doble ni un impostor. Justo tú, ni más ni menos. Y aunque te mire con extrañeza o con asco, sigue siendo tú. Qué le vamos a hacer. En eso consiste esto de vivir, en una serie irremediable de pérdidas en progresión geométrica que acaba en la pérdida final, la tuya. La vida es en realidad una enfermedad mortal de transmisión sexual.
Pero todo eso iba a acabar. Por fin, se iba a decidir a hacer lo que realmente quería, y, si eso implicaba tener que dejar su trabajo, su mujer, su ciudad y sus rutinas por el vacío y la incertidumbre, no tenía inconveniente, eso es lo que pensó. La vida es de los arrojados y hoy mismo pensaba comenzar el tratamiento hormonal que lo convertiría en lo que siempre había sido, una mujer de bandera encerrada en el cuerpo de un hombre que se había dejado arrastrar por la vida.
Aunque el médico le había dicho que las hormonas a edad tan avanzada no tenían el mismo efecto, él estaba dispuesto, a sus 70 años, a intentarlo.
2 comentarios:
Pero hace falta mucho valor para hacerlo, ¿no le parece, querida Donna?
Un saludo XD
Xavie
Pues cambiar de sexo a los 70. Concretamente
Un saludo,
Xavie
Publicar un comentario