lunes, abril 04, 2011

Americana

Yo le preguntaba al cielo, sin disimular el miedo, ¿cómo voy a vivir cuando te canses de mí?, ¿cómo voy a vivir cuando te canses de mí?
Nacho Vegas


Mama, mama, talk to your daugther for me.
John Lee Hooker


Basta una llamada telefónica para que el tiempo haga una curva, un meandro, un extraño y, de repente, seamos capaces de recuperar la idea que teníamos de nosotros hace cuatro o cinco o diez años, seamos capaces de recordarnos y ese que ya no somos nosotros, pero que lo sigue siendo, nos habite, nos posea y se permita pensar por nosotros durante un rato.

Ese extraño que éramos dice algo como: es cierto, ha pasado mucho tiempo, o algo como: sí, lo recuerdo, fueron buenos tiempos, o algo como: no tengo ni la más remota idea, y durante el tiempo que dura la llamada, durante el tiempo que nos vemos asaltados por el otro que éramos pero que ya no somos, por ese intruso temporal, vemos las cosas exactamente como si el tiempo que ha transcurrido entre él y nosotros no hubiera pasado, como si nunca hubiera existido.

Y tal vez no lo haya hecho y sigamos allí de algún modo, en aquella ciudad, con aquel trabajo que era nuestro primer trabajo, en el que creían que nos quedaba por delante un futuro brillante de chalet y parejita y armanis. Puedes creer por un momento que te acabas de despertar de un sueño extraño que te proyectaba hacia un futuro que no era el tuyo, un futuro incierto en otra ciudad, más grande, más llena, más estimulante y más cruel. O puede que sí y seamos otros y estemos viviendo una vida que no nos habíamos atrevido a intuir pero que siempre permaneció con nosotros como un anhelo secreto que acabó haciéndose realidad y forzó una curva, una marcha atrás, un salto a ciegas. Puede que seamos muy conscientes de cómo hemos cambiado y además estemos orgullosos de ello y nos sintamos más a gusto en nuestra piel ahora que entonces.

En realidad no tiene importancia si seguimos allí o estamos aquí porque durante el intervalo en el que te ves poseído por el que fuiste, eres el que fuiste. Y espacio y tiempo tienen poco que ver con eso. Aquí, allí, entonces, ahora. En realidad tampoco somos los mismos de ayer ni de anteayer y no por eso pensamos ser personas diferentes a cada instante, la ilusión de continuidad es básica en la construcción de la identidad, yo soy yo en la medida que me puedo recordar siéndolo.

Un viejo amigo, una ex esposa, una antigua amante y el que eras entonces se apodera de ti aunque no quieras y a pesar de que trates de evitarlo aparece ante ti un abismo, el del tiempo desaparecido para el otro, ese tiempo en el que has crecido, amado, penado a solas, convirtiéndote en el que eres, que no es exactamente el que fuiste, ese que ahora te utiliza como si fueras un muñeco de ventrílocuo, ese que habla desde un tiempo ido. Allá a lo lejos, haciendo señales con los brazos al otro lado del precipicio. Ya no soy ese y no tengo manera de explicártelo porque mientras me he estado convirtiendo en otro, tú no estabas. Y no puedes evitar sentir un escalofrío cuando ese intruso, ese que eras, se pone tu cuerpo como si te estuviera probando una americana.


Resulta tan extraño mirarnos como si fuéramos los protagonistas de un guión cinematográfico, como si fuéramos los protagonistas de una historia con planteamiento, nudo y desenlace.


La historia de nuestra vida no es nuestra vida. La historia de nuestra vida solo es una historia más.

3 comentarios:

rh dijo...

Es muy interesante lo que has escrito, ahonda en la reflexión sobre quiénes somos y cómo influye el paso del tiempo y la experiencia. En cierto modo, el pasado es un cúmulo de hechos, el presente es un suceso y el futuro una dispersión de meras posibilidades.
Yo creo que deberíamos ser capaces de considerar que en esencia somos los mismos de siempre, aunque la experiencia, la necesidad y las circunstancias que nos acompañan pueden condicionar según en qué tiempo nuestras opiniones y nuestros actos. Aun así, la conciencia cierta de sabernos quienes somos y quienes siempre fuimos, en cierto modo nos salva y nos permite digerir los errores cometidos y asumir los fracasos y la rotundidad de nuestros propios límites y defectos.
Pero esto es tan solo un pensamiento particular después de leer tu texto.
Un saludo

ETDN dijo...

Me ha gustado, sí señor.

Ya no soy ese y no tengo manera de explicártelo porque mientras me he estado convirtiendo en otro, tú no estabas.

Tremenda frase. Tan aparentemente sencilla y tan tremenda. El resumen de nuestra existencia, de nuestras relaciones (reales o imaginarias) con las personas que formaron parte de nosotros, de nuestro pasado, y que dejaron de estar.

La historia de nuestra vida no es nuestra vida. La historia de nuestra vida solo es una historia más.

chapeau

Anónimo dijo...

"Una vida que no nos habíamos atrevido a intuir pero que siempre permaneció con nosotros como un anhelo secreto que acabó haciéndose realidad y forzó una curva"
Encantada de poder leerte hombrecito librero.