Estoy sentado mirando al techo, intentando no pensar en nada, intentando vaciar mi cabeza de ruido de fondo, intentando ser un hombre sentado en una silla y, no sé por qué, he comenzado a pensar en la radiación de fondo del universo que desde el big-bang lo impregna todo, una radiación de microondas con una frecuencia de 160,2 GHz que muchos cosmólogos consideran una prueba de que el universo (al menos, este universo) comenzó con una gigantesca explosión en la que surgió no solo el espacio, sino también el tiempo y por eso no tiene sentido preguntarse ¿qué había antes? Y aún así, el tiempo es un misterio, no entendemos nada, como le comentaba ayer a una amiga, el presente no existe, en realidad es el futuro convirtiéndose en pasado, esa delgadísima línea que, al igual que ocurre con la materia, si se observa con demasiado detalle, deja de existir. Y más tarde comenzamos a hablar de que el destino no existe tampoco porque, según los principios de la física el pasado no existe hasta que sucede, por lo que recordar los momentos fundamentales de nuestra vida, los momentos en los que hicimos algo que pensamos nos cambió la vida para siempre (aquella vez que nos contrataron en la empresa en la que todavía trabajamos, aquel momento en el que tomamos la decisión de estudiar una carrera y no otra, empezar a trabajar en una cosa y no en otra, besar a una mujer y no a otra), todos aquellos instantes que parecen nodos en los que confluían muchos posibles destinos, abiertos y que se nos aparecen como hitos del camino de nuestra existencia no son tales, y no son tales precisamente porque toda nuestra existencia es así, caminamos todos los días afrontando el tiempo de esa manera, no sabemos si permanecer un segundo más en el cuarto de baño puede evitarnos que la bomba que ha puesto un empleado descontento nos explote en las narices, si mirar a la izquierda o a la derecha en el paso de cebra nos salvó la vida alguna vez, si hemos estado tan cerca de la muerte sin saberlo que un mínimo cambio hubiera provocado que ahora miráramos al techo con las piernas paralizadas (pobre chico que no vio venir al coche cuando se le echó encima) porque todas esas cosas son solo posibilidades que nunca se realizaron y que, por tanto, nunca existieron realmente , así es como vivimos constantemente sin advertirlo, desechando infinitas probabilidades no realizadas, de ahí que cuando las cosas ya han sucedido y, por tanto, han dejado de existir excepto en nuestro recuerdo, sea cuando buscamos y encontramos esos momentos que parecen brillar allá en la lejanía de nuestro pasado, con una luz especial que, como espero haber dejado claro, solo existe en nuestra cabeza.
Y en ese momento entró alguien en la cocina y, tras escuchar una parte de nuestra conversación, se nos quedó mirando como a un grupo de locos. Y, quién sabe, tal vez llevara razón.
10 comentarios:
Se me hace raro, jefe.
me gusta mucho
ambas cosas
besazo
Fugacidad...eterna disputa. Me gustó. Bsos
jgorom
Por cierto,¡hay color en su vida Sr. X!:-)
Está bien el diseño, sobre todo para los lectores, daña menos la vista al leer.
El texto muy bueno.
Vamos, que estoy con Lara... pero cambio el besazo por un abracillo.
Como te he dicho, ya me pegabas más en negro, y a mí no me costaba nada leerte así; pero la verdad es que eso es lo de menos.
El texto me ha gustado mucho. Me parece un poco presuntuoso por tu parte querer ser un hombre sentado en una silla :P, pero me ha gustado.
Tienes un estilo/tema muy personal, desde luego.
Un abrazo.
Hola Nano,
Sí, supongo que al principio se hará un poco raro pero es que mucha gente me ha dicho ya que se leía mal mi blog y que se cansaban con los textos largos.
Lara,
Gracias.
jgorom,
¿Acaso dudaba de que el color estuviera presente en mi vida? ;-)
Conde,
Si prefieres un abrazo, pues un abrazo.
Porto,
Lo de ser un hombre sentado en una silla, ¿no es lo que pretendemos todos? Tal vez sea algo presuntuoso pero estoy en ello. Lo prometo.
Besos y abrazos,
X.
Me ha gustado mucho, muchísimo.
(Te pegaba más el negro...)
Bicos.
bah, no me lo creo...se me acaba de borrar una parrafada tremenda sobre el destino, la cultura judeocristiana y el concepto de tiempo....
asi que paso...
solo decirte que a mi, como a Nano, tb se me hace raro el blog (con la tabarra que te hemos dado con el negro...) pero que creo que así es menos aseptico (igual que el texto...acabarás contando tu vida en el blog como otro que yo me sé...tiempo al tiempo...)
jijiji
oye pues al final tb me ha quedado parrafada...
un beso!
Buena reflexión y buena memoria. No como un servidor, que al final se echó atrás con la paella (todo sea por la máxima asistencia).
Creer en el destino es lícito, siempre y cuando uno sea consciente de que no es más que un intento de ordenar el caos de forma totalmente subjetiva y romántica.
Oigo todos los días en el Cercanías "destino, Parla". Y nunca he ido a Parla. Creo que Parla no existe, es una entelequia, como el futuro.
Un abrazo
Hola Fleischman,
Con respecto a la memoria, tampoco me la creo. Nos inventamos los recuerdos y los ponemos en una secuencia que es la historia de nuestra vida. Todos somos ficción. :-)
Y lo de destino: Parla me ha parecido genial. :-)
Un abrazo,
X.
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