viernes, septiembre 26, 2008

Vigilante

Veo en la pantalla cómo el hombre se revuelve inquieto en su cama. La imagen aparece con tonos verdosos. No sé cómo se llama. Lo habitual es que nos asignen a alguien durante largo tiempo y que se conviertan en nuestra responsabilidad. En otra ocasión se revolvió así por una mala digestión, recuerdo que se levantó de la cama, en medio de la madrugada y que vomitó agarrado a la taza del retrete. Después de aquello pareció sentirse mejor y su cara se distendió y cuando volvió a acostarse se durmió rápidamente, algo que suele ocurrirle casi siempre. Según me han dicho, eso no es lo habitual. Hay otros hombres que necesitan emplear mucho tiempo para conseguir conciliar el sueño y dan vueltas en la cama y se les ven los ojos abiertos en la oscuridad, inermes ante el paso del tiempo. Me lo han contado.
Él, sin embargo, suele dormir bastante bien aunque hoy no pueda hacerlo. Se acuesta y, normalmente, antes de diez minutos su respiración se relaja y se hace más profunda y tras un par de horas sus ojos comienzan a moverse rápidamente dentro de los párpados cerrados (es curioso observar esos ojos cubiertos por una fina película de carne moviéndose a toda velocidad) y su boca se curva en una sonrisa. Debe de ser bonito soñar, a él siempre se le pone una sonrisa hermosa cuando sueña.
A veces viene a la casa una mujer, pero eso no suele suceder muy a menudo. En esos casos, el hombre, en lugar de llegar a casa, ponerse el pijama, ver un rato la televisión y masturbarse delante de la pantalla del ordenador antes de acostarse, abre una botella de vino, sirve un par de copas, pone algo de picar y elige música alegre y confiada. Cuando esto ocurre se comporta de forma extraña y sonríe muchísimo más de lo habitual. Normalmente mira a los ojos de la mujer que lo acompaña y siempre llega un momento en el que su mano acaricia la cara de la mujer y que va siempre antes del remolino de ropa, de la saliva y de los besos. Esas noches, cuando observo su cama en la pantalla veo dos bultos diferentes respirando acompasados pero sólo el hombre sonríe siempre. Las mujeres sonríen a veces y a veces no.
En otras ocasiones vienen varios hombres a la casa y juegan a las cartas. Yo sé que van a venir porque el hombre siempre compra licores fuertes, galletas saladas, patatas fritas y otras cosas y pone un tapete verde en la mesa del salón. Cuando pone el tapete, yo ya sé que cuatro personas aparecerán en la puerta de la casa en cualquier momento. Uno alto y gordo, vestido con un traje inmenso, y tres de la misma estatura del hombre, más o menos. Todos parecen mayores de cuarenta años y van bien vestidos, con chaquetas. Dos de ellos suelen llevar corbata, que siempre se quitan cuando llevan jugando y bebiendo un par de horas. A mí me parece que se divierten bastante, al menos, sus carcajadas resuenan bien altas en la sala cuando alguno de ellos hace un comentario divertido. Pero igual es el alcohol. Me caen bien cuando están jugando a las cartas y divirtiéndose.
A la hora del amanecer debo rellenar un informe en el que daré cuenta de cómo ha pasado la noche. Hoy escribiré que ha estado despierto durante más de cuatro horas intentando dormir. Que se ha revuelto inquieto en su cama sin conseguir concilar el sueño. Que se movía hacia un lado y más tarde hacia el otro, como si todo el peso del mundo estuviera presionadole el pecho.

7 comentarios:

älva for kids dijo...

Nuestra vida tan original, tan interesante... y vista a través de un monitor lo realmente significativo es una indigestión ^_^
xx

AROAMD dijo...

tú tienes un estilo muy propio...

no sé qué es
pero si me dan un texto tuyo sabría decir: xavie!

es verdad que se te oye leerte al leerte

Susana dijo...

Me gusta. Me produce desasosiego pero me gusta.

Virginia Barbancho dijo...

Coincido con Aroa, aunque también a veces sabes salirte del tiesto y escribes de forma diferente. Pero este texto sí, es tuyo. Y lo espiar lo cotidiano me encanta.

La independiente dijo...

Hola

Eva, lo interesante del asunto era precisamente eso, que no pasa nada. Por eso es inquietante. Creo.

Aroa,
No sé si tengo un estilo propio o no. Yo creo que lo que escribo para el blog sí que tiene cierto estilo porque tengo que ser conciso. Y supongo que como he empezado por aquí, todo lo demás está contaminado por eso.

Susana,
Bienvenida y gracias. Considere esta su casa.

Vicki,
Te dijo como Aroa. Que no lo sé. :-) De hecho, últimamente, no estoy nada seguro de los textos que escribo.

Saludos,
X.

Portarosa dijo...

Pues a mí éste me ha gustado mucho, Xavi. Mucho.

Un abrazo.

Gemma dijo...

Hola, Xavié.
A mí me ha recordado la peli La vida de los otros (Das Leben der anderes). Buen micro
;-)