jueves, noviembre 23, 2006

Futuro

Ya el teclado se ha convertido en una extensión natural de nuestros cuerpos, cumpliendo así uno de los preceptos que todos los escritores de ciencia ficción respetan: la fusión de la carne y la máquina. Ya estamos caminando por el futuro y ni siquiera lo advertimos. Cuando queramos darnos cuenta todas las distopías se habrán entrelazado de tal forma en el mundo que nos resultará realmente difícil distinguir dónde acaba el control absoluto del estado (fueron a por los fumadores, ahora van a por los gordos y pronto se encargarán de los feos), dónde la manipulación genética (por ahora no es necesario crear una raza de esclavos, ya empeñan ellos sus ganancias de años para cruzar el mar jugándose la vida y así poder trabajar para nosotros por algo más que la comida y la cama –cama por turnos, compartida de seis en seis horas-) y dónde la estupidez ha empezado a quemar libros (ya estamos dejando de entender los libros sin imágenes).

Y un día miraremos hacia atrás y comprobaremos que no hemos cruzado por el vado adecuado y que la inundación del futuro nos ha arrastrado, pillándonos por sorpresa cuando pensábamos estar a resguardo.

Y lo peor va a ser la cara de gilipollas que se nos va a quedar a todos.

6 comentarios:

Portarosa dijo...

Ya sé que me repito, pero ¡joder, qué bien!

La independiente dijo...

Sí, que te repites, sí. :-D

Pero modere su lenguaje señor de Portorosa, siempre le he tenido por un hombre cabal. :-D

Gracias, como siempre
Xavie

conde-duque dijo...

Demasiado apocalíptico, en este caso. Y no he entendido bien las razones de ese pesimismo...
Y más después de leer su excelente post sobre los boxeadores. No tire la toalla, don Xavie...

La independiente dijo...

Gracias por pasar por aquí, conde, quiza´lleve razón y haya quedado un poco apocalíptico.

También la tecnología nos aporta cosas buenas, como este aquí en el que hablamos.

Un saludo

Danae dijo...

A mí me encantan las distopías, como tantos otros de mi generación (cualquiera que sea) fue el primer género literario que descubrí por propia iniciativa. Sólo que a mí, lo que me gustaba de verdad, era la segunda parte, en la que los pioneros de una nueva civilización encontraban un bonito lugar y creaban una nueva sociedad rodeados de latas de conservas. La he echado de menos aquí.

Un saludo.

La independiente dijo...

Hola Danae,
Es curioso, pero para mí, que haya una sociedad alternativa de hombres-libro que aprenden un libro de memoria para que no se pierda el conocimiento o las últimas palabras de 1984: "Amaba al gran hermano" no me parecen finales felices, la verdad. :-D

Quizá sea el cinismo el que me impida concebir una sociedad justa y feliz pero, sinceramente, creo que la naturaleza humana está reñidda con la armonía y tal y tal. ;-)