jueves, junio 02, 2016

Niños



Cuando yo era pequeño había niños con doce años duros como piedras, que no rehuían la pelea y que eran de capaces de limpiarse la sangre de la boca sin echar ni una lagrimita, niños a los que los demás admirábamos y que, probablemente, ya hayan muerto: tirados de cualquier manera encima de un colchón viejo antes de cumplir los veinte años o, cerca de los cincuenta, en pago a todos los excesos. 

Alguno habrá vivo, supongo, y algunos días se levantará añorando el momento de gloria al que accedieron prematuramente, antes de llegar al instituto, y que les convirtió en los reyes del colegio, como si se tratara de futbolistas precoces que lo ganaron todo antes de cumplir los treinta años y pasan el resto de su vida rememorando el instante preciso en el que la pelota entró por la escuadra en aquella final. 

Pero entonces eran los que conocían los secretos de la vida adulta antes de tiempo, los que sabían fumar y hacerse pajas y disfrutaban haciéndolo, no como los demás, no como yo, que me afeitaba como mero rito privado de iniciación. Eran el peligro y la atracción de la vida adulta, la intuición de una época en la que todo sería más pleno, más importante, con más consecuencias. Eran duros como piedras y eran nuestros putos ídolos. 

Ahora, con dos hijos pequeños, resulta extraño recordarlos. Me pregunto si mis hijos llegarán a tener ídolos como aquellos, si seguirán existiendo niños sin miedo que no rehúyen los golpes y que miran el futuro con lentes precoces, dispuestos a todo, sin guardar fuerzas para el viaje de vuelta.

3 comentarios:

Microalgo dijo...

Mi hermano se carcajeaba de esos ídolos. Para duro él, que nunca empezaba una pelea (jamás), pero que las terminaba todas, y siempre de la misma manera.

A lo mejor ése era mi "duro". Ahora, con dos niñas (la mayor de dieciséis), se ha dulcificado bastante.

Xavie dijo...

Bueno, tu hermano hacía bien, está claro. Y en acabar las peleas también.

A mí como padre, lo que me sorprende es que en todo lo que se puede leer sobre niños en la actualidad, nunca aparecen los que son parecidos a estos y que todos conocimos, que crecieron antes de tiempo (porque así quisieron o porque no tuvieron más remedio). Supongo que seguirán existiendo. Ahora serán los que hacen bullying (los abusones de toda la vida, vamos).
Y que conste que yo fui un niño gordito y empollón que tuve que pegarme con muchos de estos personajes. No importaba perder la pelea, lo importante era que supieran que siempre estabas dispuesto a pegarte. Así te dejaban en paz.

Igual eran otros tiempos.

NáN dijo...

Claro que eran otros tiempos. Sin televisión, con los juguetes de Reyes Magos confiscados el 7 de enero por la mañana. Cuando descubrías que el dolor no existía, empezabas a pegarte a diario. Iba al colegio 6 días a la semana (el sábado era igual de lectivo que un miércoles) y debió ser raro el día en el que no me pegara dos veces. Claro que las madres tranquilizaban lo suyo si llegabas sangrando a casa ("¿Te puedes poner la mercromina (o lo que fuera que fuese) tú solo, que estoy muy ocupada?").

Mi recuerdo positivo (si es que no lo estoy falseando) es que no había grupos de matones. Aquellos junto a los que te había pelado por la mañana podían ser "el contrario" en la pelea de la tarde.

Ahora hay otras distracciones y en la televisión y el cine se ven peleas sádicas, que son imitadas con la intención de hacer daño de verdad. Ya no es lo mismo. Lss madres tampoco son lo mismo. Cuando mi hijo se cayó del cochecito en la zona de El Rastro y se abrió una brecha en la barbilla por la que sangraba como un cerdo, lo llevamos a la Casa de Socorro y tuve que dejar de sujetarlo cuando le estaban dando puntos "a lo bravo" para sujetar a la madre, que amenazaba con desmayarse. Las madre ya no son lo mismo.

Ya nada es lo mismo.