La fábrica de rostros no es un negocio normal. Cumple con todas las normativas europeas relacionadas con su campo, que no son pocas. Instrumental esterilizado. Ambientes estancos. Limpieza obsesiva. Acero cromado, cristal traslúcido, vitrinas transparentes.
La cadena de montaje es muy diferente de la inventada por Ford. La ingeniería genética y la cirugía no son comparables con la fabricación de coches aunque ese sea el objetivo último de los ingenieros industriales que se han encargado de su diseño. Convertir un laboratorio médico en una factoría robotizada, parametrizada, eficiente y con una intervención humana mínima.
Los huesos se deterioran más lentamente que la piel y los músculos. Esa es la base de todo el negocio, la duración de los huesos, células petrificadas por la precipitación del calcio. Esa es la base. Regenerar y sustituir los músculos y la piel es ciencia al alcance de cualquiera hoy en día, el cultivo de piel sintética se ha extendido por todo el mundo occidental.
Al principio se utilizaba para reconstruir el rostro de los quemados. Más tarde se le encontró verdadera utilidad, más allá de las ruedas de prensa triunfales de los médicos encargados de los injertos, con aquellas fotografías de antes y después que parecían más propias de una feria que de un hospital. Más tarde se comenzó a utilizar para la cirugía plástica, alrededor de la que se han producido la mayoría de los avances médicos de las últimas décadas.
Nota: Averiguar si un cuerpo podría sobrevivir sin piel en la cara durante el tiempo de una operación. Si el láser podría esculpir los huesos para que a partir de un modelo 3D en el ordenador se pudiera reproducir en el rostro del paciente cualquier rostro deseado.
Desde un punto de vista lógico, la fábrica de rostros se asemeja a un árbol tumbado. Un tronco con ramas que se van dividiendo hasta llegar a las hojas. Cada hoja un quirófano. Cada división un punto del proceso de individualización de los rostros. Los clientes de los seguros médicos se operan en quirófanos mucho más cercanos al tronco. Las caras a las que pueden acceder son menos variadas. Bellos, como todos, pero estándares.
Un hombre observa su nueva cara, modelo MX-5w07s9, incluida en el catálogo de la Seguridad Social, al espejo. Aparenta unos treinta años. Tiene cincuenta.
Una mujer mira sus ojos verdes, en su cara convencionalmente hermosa. Sin imperfecciones. Los clientes de los seguros médicos siempre prefieren caras así, sin imperfecciones. Si se piensa en ello, resulta algo vulgar.
Los ricos que eligen a la carta son conscientes del valor de los pequeños errores de la cara, de la humanidad que aportan a un rostro bello. Un lunar, unos dientes ligeramente separados, unos ojos algo demasiado grandes siempre consiguen armonizar definitivamente un rostro. Como el ruido de fondo de las grabaciones que escuchan los aficionados a lo analógico. Una interferencia orgánica, por decirlo así.
Los cuerpos no funcionan de la misma manera que las caras. Es posible tratar un cuerpo con la misma técnica, pero normalmente es demasiado doloroso y solo algunos, sobre todo mujeres, adictos al dolor sordo tras las operaciones de cirugía están dispuestos a aguantarlo.
Interesante: Mujeres adictas a la cirugía estética, al dolor de la cirugía estética.
Imagen 1: Mujeres amoratadas, charlando animadamente. Hablando de calmantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario