Hay veces en las que la vida entra en un impasse, un espacio o un tiempo (lo
mismo da, cada vez lo tengo más claro) en el que todos esperamos algo que ponga
en marcha el mecanismo de la existencia una vez más, la ruedita dentada dentro
de la rueda mayor, clac, clac, crujiditos leves, y todo de nuevo en movimiento.
Una imagen reconfortante, porque es mucho mejor pensar en el mundo como en una
maquinaria perfecta y ajustada y no como en lo que en realidad es, un caos
informe, una estructura, una sintaxis en la que las reglas generativas son
incognoscibles. O algo así.
Son días en los que es probable que las dolencias se acumulen: una lumbalgia, ciática, dolor de garganta, un pequeño
herpes (cómo van a importar, con todas esas [nuestras] madres indestructibles,
doloridas a diario, que suspiraban profundamente cuando sentaban mientras
decían: por fin me senté; también decían: hoy no he tenido tiempo ni de
mirarme...) y el espíritu va quedando minado. También aparecen afecciones mucho
peores. Enfermedades terribles.
Lo peor es la sensación, apenas atisbada (a la que no
queremos dedicar mucho tiempo no vaya a ser que) de que, tal vez las cosas
permanezcan ahí, en el estadio actual sin avanzar en ningún sentido, sin
posibilidad de mejora. Siempre aquejados de los mismos problemas. Y eso en el
mejor de los casos. Tememos que se detenga el tiempo, tal y como esperaban los
cristianos antiguos en el Paraíso, y que
sea eternamente inmóvil e igual a sí mismo.
No, pensamos, las cosas cambiarán, en un sentido o en otro,
las cosas irán a mejor (mejorarán definitivamente, ya lo creo, cómo si no), no
siempre vamos a estar en esta espera. Damos el progreso por supuesto, como si
la ciencia lo hubiera contaminado todo con su optimismo, obviando que el mismo
mundo tiene una naturaleza fractal (tal y como me dijo un amigo mío una vez con
mucho acierto) y a cada pregunta respondida aparecen multitud de nuevas preguntas.
Pero es que mejorarán. Estoy seguro. No pueden no hacerlo.
Wishful thinking,
le llaman a eso los ingleses.
Y resulta que hay unas elecciones. Y, de repente, lo que
parecía anclado, toma una deriva extraña y el clac clac de la maquinaria hace
un ruido raro y nos observamos preguntándonos:
¿Y ahora qué?
Como si el mero hecho de hacernos esta pregunta no fuera ya
un avance.
4 comentarios:
Qué bien arropas los paréntesis, siempre.
Abrazos.
"Wishful thinking", en efecto. La idea del progreso indefinido, que surgió en el siglo XVIII, no es más que un mito. Hice una presentación sobre esto en la conferencia de fin de curso de la Universidad Autónoma de Madrid, que puede leerse aquí:
http://www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistan%BA1/Manuel%20Alfonseca.pdf
Está muy bien el artículo.
Gracias Manuel,
A ver si tengo un rato para leer tu conferencia.
Un saludo,
Gracias por el enlace. He disfrutado la lectura.
Un saludo
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